La leyenda del Puente
del Águila
Inspirada en las investigaciones de
Raúl Martínez Cleves, en versiones populares y en la tradición oral.
Cuenta
la historia que hubo una hermosa joven de origen campesino que llegó al poblado
de Fusagasugá con el propósito de aprender modistería y así conseguir un
trabajo para ayudar a sus padres, quienes, por el efecto de un prolongado
verano, no podían cosechar ningún producto en el campo ni criar a animal
alguno. Esta bella joven, de nombre Bertilda, pronto se enamoró de un apuesto
comerciante que todos los días veía pasar por el puente que había frente a la
casa donde se hospedaba y que en varias ocasiones le había hecho propuestas de
amor. Bertilda, pronto accedió a las
pretensiones del comerciante, con quien pasó, no una, sino varias noches de
intenso y furtivo idilio. Pero a los pocos meses de llevar una apasionada
relación, Bertilda se enteró, por boca de una de sus vecinas, de que el joven a
quien amaba, estaba felizmente casado y tenía con su esposa tres hijos. Tras
haber comprobado estos hechos y poseída por un inmenso sentimiento de odio por la
burla de que había sido víctima, decidió cambiar sus clases de modistería por
las de magia negra y así, con el tiempo se convirtió en una poderosa bruja.
Para entablar su venganza, tomó la apariencia de una gigantesca águila negra que
todas las noches se posaba en la copa de un árbol, junto al puente para esperar
al culpable de su amargura. Una noche de domingo, el comerciante, ebrio, por el
efecto del consumo desmedido de chicha, pasaba por el puente y fue ahí cuando
se lanzó contra él, le provocó múltiples heridas y se lo llevó en sus garras
hasta dejarlo abandonado en un lugar agreste del cerro Fusacatán, de donde
nunca regresó. No contenta con esta venganza, desarrolló un infinito
resentimiento contra todos los hombres, especialmente contra los borrachos,
mujeriegos y malos maridos, a quienes acecha permanentemente en las horas de la
noche cuando van de regreso a sus casas a pie o montados en sus bestias,
arremete contra ellos llevándolos al cerro y dejándolos ensartados en las copas
de los árboles hasta que llega alguien a rescatarlos. Y así, desde aquella
época remota los habitantes de Fusagasugá, bautizaron este sitio con el nombre
de: Puente del águila.
Autor: Héctor Cuestas Venegas
Fusagasugá.
A partir de hoy lo llamaré el.puente de bertilda....pilas pues hombres casados
ResponderEliminarJajaja si portense bien agan lo corecto amen a sus esposas
ResponderEliminarno lo sabia hasta que la ley y ya entiedo la razon por que se llama puente de aguila
ResponderEliminarUna moraleja para los infieles y borrachines
ResponderEliminarSi tomo me muero?
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