sábado, 3 de junio de 2017

Leyenda del Puente del Águila




La leyenda del Puente del Águila

Inspirada en las investigaciones de Raúl Martínez Cleves, en versiones populares y en la tradición oral.

Cuenta la historia que hubo una hermosa joven de origen campesino que llegó al poblado de Fusagasugá con el propósito de aprender modistería y así conseguir un trabajo para ayudar a sus padres, quienes, por el efecto de un prolongado verano, no podían cosechar ningún producto en el campo ni criar a animal alguno. Esta bella joven, de nombre Bertilda, pronto se enamoró de un apuesto comerciante que todos los días veía pasar por el puente que había frente a la casa donde se hospedaba y que en varias ocasiones le había hecho propuestas de amor.  Bertilda, pronto accedió a las pretensiones del comerciante, con quien pasó, no una, sino varias noches de intenso y furtivo idilio. Pero a los pocos meses de llevar una apasionada relación, Bertilda se enteró, por boca de una de sus vecinas, de que el joven a quien amaba, estaba felizmente casado y tenía con su esposa tres hijos. Tras haber comprobado estos hechos y poseída por un inmenso sentimiento de odio por la burla de que había sido víctima, decidió cambiar sus clases de modistería por las de magia negra y así, con el tiempo se convirtió en una poderosa bruja. Para entablar su venganza, tomó la apariencia de una gigantesca águila negra que todas las noches se posaba en la copa de un árbol, junto al puente para esperar al culpable de su amargura. Una noche de domingo, el comerciante, ebrio, por el efecto del consumo desmedido de chicha, pasaba por el puente y fue ahí cuando se lanzó contra él, le provocó múltiples heridas y se lo llevó en sus garras hasta dejarlo abandonado en un lugar agreste del cerro Fusacatán, de donde nunca regresó. No contenta con esta venganza, desarrolló un infinito resentimiento contra todos los hombres, especialmente contra los borrachos, mujeriegos y malos maridos, a quienes acecha permanentemente en las horas de la noche cuando van de regreso a sus casas a pie o montados en sus bestias, arremete contra ellos llevándolos al cerro y dejándolos ensartados en las copas de los árboles hasta que llega alguien a rescatarlos. Y así, desde aquella época remota los habitantes de Fusagasugá, bautizaron este sitio con el nombre de: Puente del águila.

Autor: Héctor Cuestas Venegas
Fusagasugá.



5 comentarios:

  1. A partir de hoy lo llamaré el.puente de bertilda....pilas pues hombres casados

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  2. Jajaja si portense bien agan lo corecto amen a sus esposas

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  3. no lo sabia hasta que la ley y ya entiedo la razon por que se llama puente de aguila

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  4. Una moraleja para los infieles y borrachines

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